¿Sois de playa o sois de montaña? Porque en mi casa estamos bastante divididos. Miriam es de playa, y además según ella «de toda la vida», y yo soy más de montaña, supongo que porque es la manera de huir un poco del calor sofocante y las aglomeraciones. O quizás porque cuando éramos pequeños ella iba más a la playa y yo a la montaña, y eso tira mucho.

Por eso cuando surgió la posibilidad de ir a Cerdanya Resort no nos lo pensamos mucho (al menos yo). Aún hacía frío, porque fue hace unas semanas, pero nos apuntamos sin dudarlo porque oye, desde que somos cinco, parece que no hacemos muchas cosas así juntos. Supongo que por el trajín de preparar un montón de cosas para todos, y porque, para qué negarlo, suelo tener muchos fines de semanas ocupados con las charlas y las conferencias.

Hotel, apartamentos y bungalows

También hay parcelas en el Camping, pero como solo íbamos a pasar dos días teníamos que elegir entre el hotel, un apartamento o un bungalow. El hotel y los apartamentos están muy cerquita (o eso creo, que no me fijé mucho) y el camping está un poco separado (quizás hay un kilómetro) del núcleo del complejo.

La elección radica, además de las lógicas comodidades, en escoger si quieres estar más en la naturaleza o más en el pueblo, así que optamos por lo primero: ya que vamos, nos metemos de lleno en la naturaleza y cogemos un bungalow.

Tres hombres y un destino (mis niños de camino al Bungalow).

Una vez ahí, qué decir… el encanto está asegurado. Unas vistas geniales, una casita de madera con todo el encanto lógico, y muchas cosas por hacer.

Aparcamos el coche junto al Bungalow y lo primero que hicimos fue asomarnos a ver lo que habíamos ido a ver: naturaleza pura.

¡A bañarnos!

¿He dicho ya que aún hacía frío? Porque íbamos con chaqueta, pero a pesar de estar en el camping, como forma parte de Cerdanya Resort, podíamos hacer uso de la piscina y el SPA (los dos peques no, claro). ¿Qué hicimos? Pues nos bañamos un rato en la piscina climatizada, y luego hicimos turnos. Primero fue Miriam con Jon quienes se fueron al SPA mientras yo me quedaba con los niños y luego hicimos intercambio.

Qué queréis que os diga… poder estar ahí dentro con el frío en el exterior es lo más cercano a la buena vida (o al adjetivo que se os ocurra).

Los niños, claro, se lo pasaron pipa en el agua salina, ya que la piscina estaba climatizada y tapada totalmente por una cúpula que en verano quitan para poder bañarte al aire libre (¡de la montaña!). Incluso Guim se escapó un ratito a la piscina para los peques, que está al lado y a la que pueden acceder ellos solos sin que les perdamos de vista.

Esperad un momento… no os perdáis a Jon en plan vividor en el Jacuzzi exterior del SPA, con el agua calentita, a unos 8 grados en el exterior:

La granja y los juegos

Se nota mucho, muchísimo, que todo está pensado para que las familias disfruten, niños incluidos. Por poner un ejemplo, casi al lado del camping y a 1 km del hotel y los apartamentos hay una granja en la que no solo puedes ver algunos animales típicos de granja (caballos, patos, ovejas, cerdos…), sino que puedes darles de comer y, mucho mejor, participar en un montón de juegos, saltar en inflables, montar en karts a pedales, hacer tiro al arco…

¡Lactancia materna!

Aran mira atento mientras Guim alucina con los animales (o eso creo).

Vamos, que llamarlo granja es quedarte muy corto, porque hay tantas cosas de esas que hacíamos de pequeños cuando ni teníamos pantallas ni las necesitábamos, que seguro que muchos niños y niñas descubrirán un montón de cosas divertidas que hacer. La pena es que entramos solo una hora antes de que cerraran y no tuvimos oportunidad de jugar apenas… así que nos dimos una vuelta y nos hicimos unas fotos, con la promesa de que, cuando volvamos, le sacaremos todo el jugo que merece.

¿Os quedáis en el Miniclub?

Empezaba a caer la tarde y a hacer más frío cuando decidimos ir a ver qué ofrecía el Miniclub. Descubrimos que es un espacio en el que muchos niños se quedan jugando y haciendo diferentes actividades, bajo techo (en verano se hacen también en el exterior), mientras los padres pueden descansar, dar una vuelta, hacer una excursión, ir al SPA… vamos, que fue entrar y se nos fueron los tres niños a jugar en el parque de bolas, y a tocarlo todo.

Dudamos si dejarlos un rato mientras Miriam y yo hacíamos algo juntos, pero se nos haría tarde, así que los dejamos jugar un rato y luego nos fuimos a dar una vuelta antes de cenar. Momento en el que los peques vieron el campo de fútbol con unos cuantos niños dale que te pego. Un campo que es pequeño para lo que acostumbra (si imaginas un campo de fútbol), pero que sin duda da mucho juego:

Por la mañana pudimos evitar la tentación porque no había nadie.

Que querían entrar, que querían jugar (Aran y Guim), que solo un ratito… pero no, que nos conocemos. Consideramos que ya no teníamos tiempo, que había que cenar, así que quedó para otro momento.

Cerdanya Kids: niños haciendo cosas de niños

Mientras esperábamos para cenar conseguí un libretito llamado Cerdanya Kids que me encantó. No sé dónde habréis veraneado en vuestra infancia, pero en mi casa fuimos muchos veranos a un pueblo y tengo muchos recuerdos muy bonitos de aquella época. Un pueblo en el que había un río y en el que pasábamos las horas y los días fuera de casa haciendo cosas de niños.

Empecé a recordarlas pasando las hojas de ese libretito que resultó ser un Pasaporte con los 50 retos que todo niño debe cumplir antes de los 13 años.

Ya de por sí es una pasada, porque da un montón de ideas a madres y padres para hacer actividades con los peques en plena naturaleza (todo empieza haciendo volar una cometa, montando en un caballo o acariciándolo, subiendo a un árbol), pero es que eso no es todo; a medida que vas haciendo los retos vas consiguiendo premios, y así se convierte en un juego que puedes ir cumpliendo con el paso de los días, mientras lo inmortalizas todo en foto o vídeo (para demostrar que lo has hecho y de paso tener el recuerdo de todo ello).

Como fuimos para un fin de semana ni siquiera empezamos, porque no nos iba a dar tiempo de hacer demasiado; pero me llevé el pasaporte, como digo, para ver cuántas cosas tienen por hacer mis hijos y, por supuesto, recordar todas esas cosas que hice de pequeño y ya no tenía presente.

Sin duda alguna, un gran acierto que enseguida me conquistó (directo al corazoncito, como se suele decir), y que acaba con un premio final tan genial como poder pasar una noche en un tipi o yurta con toda la familia con cena y desayuno incluidos. ¿Os imagináis la felicidad de llegar y contaros que han conseguido un premio para toda la familia mientras se lo han pasado teta con un montón de juegos y vivencias que quedarán para siempre en el recuerdo?

Pues qué decir… que dos días nos supieron a muy poco para todo lo que Cerdanya Resort ofrece. Sí, que queréis que os diga… yo soy de montaña.

 


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